Seguimos con nuestro trabajo de habitarnos. De vivir el ahora y mejorar nuestra relación con el entorno.

Te recuerdo que lo que tratamos de hacer con este tipo de prácticas, es conseguir que nuestro cuerpo tenga más recursos atencionales. 

Sin embargo, si somos capaces de “sentir” por diferentes canales, en lugar de dejar que el cerebro lo colapse todo, tendremos más formas de resintonizar con lo que está pasando en nuestra casa, en nosotros. Sería como cuando apagamos la tele para atender mejor a lo que nos están contando. Nuestra atención es lo que ilumina lo importante.

EL GUSTO ES MÍO

Imagina que estás empezando a comer pero que en la televisión están poniendo una noticia de manera amenzadora y alarmante, si alguien te grabara desde fuera, vería una persona tal vez con el tenedor cerca de la boca pero sin comer, y a fragmentos del vídeo engullendo.

En muchas ocasiones, nuestra mente emite muchas noticias de este tipo. Eso capta toda nuestra atención. Cuando vuelves a mirar al plato, está vacío. Ya comiste y ni te enteraste.

Los investigadores han descubierto que el cerebro humano tiene la capacidad de reconocer varios sabores, como el ácido, el amargo, el salado y el dulce en toda la lengua, más que en zonas específicas de la lengua. La lengua está cubierta de papilas, montículos microscópicos de tono rosáceo que contienen los receptores de sabor. Cuando la comida se mezcla con la saliva, las moléculas se disuelven en las papilas y, mediante los receptores de sabor, envían una señal al cerebro que interpreta el sabor de lo que se está comiendo.

No solo eso, sino que, cuando saboreamos los alimentos, también intervienen otras áreas cerebrales relacionadas con la memoria, las expectativas o las emociones, por eso somos capaces de recordar nuestra infancia cuando volvemos a tomar aquellas galletas que solíamos comer de pequeños en casa de la abuela.

En el cerebro integra y compara las diferentes propiedades de la comida: su gusto, su sabor, su olor, su textura.

COMER A CONCIENCIA.

JUEGO PARA DOS O MÁS COMENSALES

Elige una de las comidas de la semana que tenga para los de casa una base común: puede ser una pizza, unas tosta, una lechuga, arroz, o garbanzos.

Y un ingrediente obligatorio para todos.

Y cada miembro de la casa tiene que hacer su versión de ese plato. Si nuestros hijos son pequeños su mayor aportación son las salsas y condimentos. O podemos tener algunos ingredientes ya previamente cocidos o fáciles de añadir para que ellos creen el plato.

Si la comida es fría, además sería un lujo que la pudieses comer con las manos.

Después valoramos presentación, olor, gusto, originalidad… como si fueran Oscars.

Siempre estaremos más atentos cuando hay ese aspecto de juego y participación en la cocina.

DE UNO EN UNO

Si estás solo, prueba a hacer pequeñas pruebas de sabor cuando cocines. Aparta una ligera parte de lo que estés preparando y añade algo que crees que podría combinar, o cambia alguna parte de su preparación. Por ejemplo, estás haciendo unos espaguetis, y decides sacar unos cuantos de la cocción y hacerlos crujientes friéndolos, y a otra parte los dejas más tiempo a cocer y pruebas a aplastarlos como una pasta. Después, como si se tratase de una cata a ojos cerrados, prueba la diferencia de sabor, textura…

PRESENTE CONTRA RECUERDOS.

Llama a tu familia y que te den recetas que sean conocidas de sus casas, el plato estrella, y que te detallen los ingredientes bien.

Ir a la búsqueda del sabor familiar, te va hacer cuando volvamos a estar juntos compartir más íntimamente y potenciar el recuerdo de ciertos platos. Y mientras estás cocinando, vas a ir probando lo que estás haciendo con tu recuerdo de esa comida.

COMER CON SILENCIOS.

Haz todos los pasos de tus comidas con más pausas. Como los silencios en una pieza musical.

Mira el plato de la comida

huélelo

acerca el tenedor a ciertos alimentos

busca la consistencia con el tenedor

acerca el tenedor de nuevo a la nariz para oler una vez más

mastica con calma

Sobretodo en las primeras cinco cucharadas va a ser el momento en el que podemos apreciar más matices.

SENTIRSE DESDE LA RAÍZ.

Como sabemos que no estamos en nuestro cuerpo. 

Si reconoces como propia alguna de estas características vamos a intentar trabajar la manera en la que percibimos y sentimos el mundo. 

La clave para incrementar la sensación de seguridad sobre nuestra presencia física en el mundo es estar centrado y arraigado. Mejorar la percepción corporal y la postura puede ayudarnos en esto. 

ECHAR RAICES

Mantener una postura de pie en una pequeña meditación nos va a venir muy bien ahora que pasamos tanto tiempo sentados, tumbados, tirados.., o limpiando.

Comienza de pie

Brazos a los lados del cuerpo

Pies separados al ancho de las caderas.

10 respiraciones con ojos cerrados

Si tienes estabilidad pies juntos.

10 respiraciones con ojos abiertos

10 respiraciones con ojos cerrados

Junta las manos en el centro del pecho.

Presiona ligeramente las manos contra así, y el pecho contra las manos.

5 respiraciones con los ojos abiertos

5 respiraciones con los ojos cerrados

Levanta ligeramente un pie del suelo.

Si estás estable apoya la planta del pie contra la pantorrilla contraria.

10 respiraciones ojos abiertos

CONEXIÓN CORPORAL

JUEGO DE NIÑOS

Maquillar de formas locas, peinarlos, y dejar que ellos nos maquillen y peinen es una forma de entrar en esa conciencia corporal. Dejar que nos pongan cinturones, pañuelos, anillos, collares..

Jugar a las estatuas. Uno se coloca en una postura, el otro con los ojos cerrados palpa esa postura. Después tiene que imitarte.

Otro ejercicio con menos riesgo de pringar todo, tumbados boca arriba, dejar que ellos pongan la cara sobre nuestra barriga y reírnos de diferentes formas.

JUEGO EN PAREJA

Utilizando diferentes cremas, o aceite, o jabón «untar» al otro con esmero, como si tuviéramos que cubrir cada cm de su piel.

Puede ser en la ducha, con una esponja, echándole agua detenidamente. Dando un suave masaje, con un cepillo suave ( no aprovechéis para la venganza), un pincel…

También podéis aprovechar para hacer estiramientos suaves, de los dedos de los pies, del cuello, frotando la espalda cuando el otro estira. De manera que descubramos en nosotros y en el otro nuevas formas de sentirnos.

DE UNO EN UNO

Puedes aprovechar la ducha para cambiar el orden en el que te sueles duchar. Empezando desde los pies en lugar desde la cabeza, o usando la mano no dominante. Intenta percibir igualmente la diferencia en la ducha al caer el agua en tu cuerpo, pelo, cara.

Espero que con estos juegos y meditaciones del día a día consigamos seguir viviendo más a gusto en nuestra piel. Saboreemos el presente, y que hagamos de nosotros mismos, de nuestra familia, esa casa a la que siempre es agradable volver.

Marta Carneiro Pazo.Psicóloga. Fisioterapeuta. Gourmet del momento presente.